Francis se siente un fracasado. Es un joven de diecisiete años con una vida complicada: jamás conoció a su padre, ni
siquiera sabe si está vivo o muerto; tiene una madre depresiva, cada
vez le van peor los estudios y, por si fuera poco, se ha quedado casi
sin amigos. Viven en una caravana en un rincón de Nueva Jersey porque no
tienen dinero para hacer frente a los gastos que conlleva una casa
normal.
Cuando la enfermedad de su madre empeora y la internan en una clínica,
Francis se ve en la obligación de acudir diariamente a verla y hacerle
compañía, aunque ella parece haber perdido completamente el juicio y ni
siquiera le reconoce. En una de estas visitas conoce a Anne-May, una
joven que también está ingresada recuperándose de un intento de
suicidio, y en seguida surge entre ellos una amistad especial.
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